Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Actualidad

“No estoy conforme. La condena debió ser más severa”

Con el rostro descubierto y venciendo el lógico nerviosismo, Matías D., el joven que llevó a juicio al odontólogo que lo atendía en su niñez, se prestó a responder preguntas de los periodistas riograndenses, a la salida del edificio de Tribunales, en el ex campamento YPF. Consultado sobre lo que opinaba de la sentencia aplicada por los jueces Verónica Marchisio, Eduardo López y Juan José Varela, el muchacho dijo sentirse disconforme: “12 años pueden parecer muchos pero no son nada si se tiene en cuenta la cantidad de víctimas que hay y lo que significan estos hechos en la vida de cada uno de nosotros. Esto lo vamos a llevar por el resto de nuestras vidas. Voy a buscar la manera para que purgue una condena mayor porque Mario Gordillo merecía un castigo más severo”.

Sobre la detención inmediata de su victimario en el recinto de sesiones de la Justicia, ni bien finalizó la lectura del fallo, Matías expresó su satisfacción “porque al menos vamos a estar más tranquilos de no cruzarlo en la calle y de que va a estar encerrado para no arruinarle la vida a nadie más. Inclusive ayer mismo – por el lunes 8 de agosto – él tenía el auto estacionado frente a su consultorio, en donde estaba trabajando normalmente, 24 horas antes de haber sido condenado”.

En forma recurrente, Matías no deja de mencionar que por momentos lo asalta “la culpa”: “Uno siempre carga con la sensación de culpa y responsabilidad ante la condena de una persona que va a pasar una parte importante de la vida en la cárcel. Pero él se lo buscó y merece estar preso todavía mucho más tiempo del que le dieron. La culpa es un tema. Se siente culpa porque Mario siempre te daba vuelta con sus palabras y te hacía sentir responsable y culpable por lo que él hacía”.

Por último, el chico que permaneció 7 años intentando negar lo que le había pasado y sufriendo en silencio, reveló que cuando por fin pudo hablar y denunciar, fue porque se animó al ir enterándose de que otros jóvenes habían pasado por la misma o peores situaciones que él y porque pensó que si no hablaba, otros iban a pasar por el mismo suplicio. “Todo este tiempo mi vida se limitó a pensar solo en esto, a ver qué iba a pasar. Ahora estoy aliviado, porque se que hice lo correcto. Mi principal objetivo fue, además de pensar en mí, en las demás víctimas. Hay muchísimos jóvenes más que vivieron situaciones como las que yo padecí, a quienes les mando fuerza y les pido que vayan a la Justicia, que se animen, que denuncien. Va a ser un tiempo de dolor pero va a servir para que otros chicos no pasen por lo mismo. Por lo que tengo entendido serían unos 30 a 50 chicos en Río Grande y fuera del país, en Chile, otros más”.

Comentarios

Te puede interesar

Teclas de acceso