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Ushuaia

Fue imputado el médico acusado de pegarle al director del HRU

Una situación de inusitada violencia ocurrió el martes último en el Hospital Regional Ushuaia “Gobernador Ernesto Campos”, en el ala ubicada en la esquina de las calles Leopoldo Lugones y Fitz Roy, luego de que el especialista en urología formado en la Universidad de Bolivia, Reynaldo Guido Torrez Mendoza, fuera convocado a presentarse en el nosocomio para atender a un paciente derivado de uno de los módulos. Al llegar al edificio, el profesional no lo encontró, por lo que se dirigió a un teléfono ubicado en la guardia y llamó por una línea interna al director Guglielmi: “- ¿Vos me estás tomando el pelo? ¡Acá no hay ningún paciente!. ¡Me hiciste venir al pedo! ¡Vos me estás mintiendo! ¡Sos un reverendo mentiroso!”.

El personal de emergencias escuchó al médico convocado cómo gritaba por teléfono, cortándo la comunicación con un fuerte golpe al aparato. Los mismos testigos escucharon entonces sonar nuevamente el teléfono. Esta vez era Guglielmi quien, palabras más, palabras menos le habría dicho a Torrez Mendoza: “Mirá, como director del hospital que soy voy a ir ahora a hablar con vos. Espérame ahí…”. Por unos minutos se quedó esperando en el lugar el especialista pero luego salió del edificio y se dirigió a una confitería ubicada en la vereda opuesta a la del hospital, sobre calle Lugones, en donde se sentó a tomar un café. Hasta allí fue a buscarlo Guglielmi, señalándole, siempre según el testimonio de personas que estaban en el lugar “Che, loco… ¿por qué me contestaste así? ¿Qué te está pasando?”. En ese momento Guglielmi se habría percatado de un fuerte olor a whisky, recriminándole a quien exhalaba el aliento etílico que “¡Así no podes presentarte a trabajar”.

La respuesta del increpado no se hizo esperar: -“¡¿Me estás diciendo borracho?!. A partir de allí lo vieron a Torres Mendoza avanzar sobre Guglielmi, mientras éste iba retrocediendo por la calle, a empujones y esquivando algunas trompadas, hasta subir a la vereda del hospital y lograr introducirse por la puerta de la guardia, en un intento de ponerse a salvo. Fuera de sí, y en su afán de ir tras el directivo, el urólogo rompió la puerta a patadas, siendo entonces detenido por el policía apostado en el lugar y al que en minutos se unieron otros efectivos de la Comisaría 1era, alertados de lo que estaba ocurriendo. Fue necesaria inclusive la intervención de los camilleros para intentar calmar al furioso médico, quien parecía bloqueado en su intención de ir tras su superior.

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