El crecimiento de la actividad económica en 2021 fue sorpresivo y alcanzó niveles históricos. La mejora del producto será de al menos 10%, número que no se observa desde el 2010. En noviembre el PBI dio un salto importante de 1,7% y para el último mes del año se espera un nuevo incremento, menor al extraordinario desempeño de noviembre, que en parte se dio por el rebote al traspié de octubre, pero todavía abultado. De todas formas, si diciembre dejara un virtual empate en 0%, el 2021 habrá terminado con un alza de 9,9%, número idéntico al de la contracción que se sufrió en el 2020. Así, respecto a 2019, la baja del PBI habrá sido de sólo 0,9%.

El Indec publicó el Emae de noviembre. El dato fue, tal como ocurrió a lo largo del año, superior a lo esperado: el crecimiento de 1,7% más que compensó la caída de 0,9% que se había sufrido en octubre, de la mano de la restricción sobre las importaciones por parte de un BCRA que intentó frenar el drenaje de divisas que se venía registrando en el balance comercial. Ahí una alarma para el futuro: la situación cambiaria podría exigir nuevos ajustes a las compras externas y afectar a la actividad. De hecho, entre los pedidos del FMI está el de ajustar el crecimiento para ahorrar reservas y destinarlas al pago de deudas.

Con ese salto en noviembre, el PBI del 2021 tomó color y quedó con un alza acumulada de 9,3%. Si en diciembre no hubiese ninguna variación en la actividad el año terminará en un crecimiento de 9,9%, tal lo dicho. Pero lo cierto es que las proyecciones indican que diciembre fue un mes destacado. Las importaciones, de hecho, se movieron en niveles históricamente altos y eso es un indicio de que la variación del PBI fue positiva en el mes.

De hecho, la consultora Econviews la proyecta en un incremento de 0,5% o 0,7%. Si esos números se corroboran, el PBI habrá crecido 10% en el año. En cambio, la consultora Eco Go proyecta un 0,9% para diciembre, por lo cual el 2021 llegaría al 10,1%, un empate con el crecimiento extraordinario del 2010.

Los datos adelantados dieron buenas señales, tal como compiló el Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI): los despachos de cemento tuvieron el mejor diciembre de toda la serie; misma suerte tuvieron las importaciones de bienes de capital en cantidades; las de insumos tuvieron el mejor diciembre desde 2011; la producción de acero fue la más alta desde diciembre del 2014; la producción automotriz la más alta desde 2016. Todo indica que se trató de un mes de crecimiento.

De esa forma, todo indica que, con un primer semestre que tuvo muchos altibajos, por el efecto de la segunda ola de contagios, el buen desempeño de la actividad estuvo casi entero en la última mitad. Eso implica que el 2021 le dejará un buen efecto de arrastre estadístico al 2022. Desde el Iaraf lo proyectaron en 3,3%. Es decir: si la actividad económica no continuara en el sendero positivo durante este año, y el mes a mes se mantuviera en un 0% constante, de todas formas el PBI crecerá 3,3%.

Así, la consultora LCG, al igual que el FMI, proyectan un crecimiento en torno a 3%, en ambos casos en línea con el arrastre estadístico. Se dan así proyecciones similares a las del 2021, cuando las consultoras, el Fondo y el propio Gobierno, preveían una actividad virtualmente estancada, con un crecimiento de alrededor del 5%, en línea con el arrastre estadístico que dejó el 2020. En cambio, entre diciembre y noviembre la producción nacional creció 7,8%. De corroborarse el 3% de crecimiento este año, igualmente, significará que el Gobierno entrará en su último año de gestión con un alza de 2% respecto a los niveles recibidos a fines del 2019.