La zona austral es un paraíso, pero también es una inmensidad que solo alteran el tiempo cambiante y el tráfico de buques navales, barcos comerciales, turísticos y científicos que necesitan sí o sí pasar por ese corredor que une los océanos Atlántico y Pacífico.
En ese lugar comenzó esta nueva misión que hasta ahora solo estaba reservada a los hombres de la Prefectura. Eso ya es pasado. La decisión de mandar a tres mujeres fue institucional para cambiar el orden de las cosas, aggiornarse a los tiempos de igualdad y sacudir la modorra de tradiciones que atrasan.
Son 30 días de trabajo en un mini destacamento que tiene cocina, comedor, dos habitaciones y una sala de radio que sirve para comunicarse con todos los buques y barcos que navegan por la zona. La isla no recibe turistas, aunque están enfrente del parque nacional más visitado de Tierra del Fuego.
Ninguna de las tres mujeres se esperaba semejante oportunidad, pero les llegó y la tomaron. Melisa Chamorro, hija de un prefecto, pudo volver a ese mismo lugar que alguna vez recorrió con su papá, pero ahora en carácter de oficial responsable.
Andrea Coronel, con apenas 20 años y oriunda de Clorinda (Formosa), está mujer lejos de su familia y sorteando un frío que nunca antes conoció en su provincia.
Edith Toledo se permite la emoción y se le empapan los ojos cuando recuerda que hace un mes no ve a su marido ni a su hijo. Ya les queda poco, ya es tiempo de volver a casa y con la alegría de haber podido demostrar que la custodia del canal austral es apto para mujeres. Misión cumplida.
