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"Las importaciones no son el principal problema del sector textil", dijo el titular de proteger

 

 

"El principal problema que tenemos hoy es una retracción de la demanda, que ocasiona el 75% de la caída del sector, producto del deterioro del poder adquisitivo y sólo el 25% lo compone la presión importadora", dijo a Télam Ariel Schale, director ejecutivo de la Fundación Pro Tejer.

 

"A veces aparece la apertura de importaciones como el principal problema, pero en definitiva no lo es", dijo Schale y explicó que "la disminución del poder adquisitivo se debe a salarios que crecen por debajo del nivel inflacionario y el efecto que nosotros llamamos 'sustitución de consumo'.

 

"La gente tiene que destinar mucha más plata al soporte de su estructura de costos fijos, entre ellos tarifas, prepagas, escuelas, todo lo que conforma la canasta familiar de los argentinos.

 

Cuando uno termina de pagar todo eso, el disponible que queda es poco y eso impacta sobre el nivel de consumo, no solamente en el sector textil, sino en toda la actividad", explicó.

 

Según el directivo, el impacto resultante es una retracción "brutal" de los niveles de producción porque se vende menos, la gente hoy no compra ni nacional ni importado".

 

"El segundo problema que emerge es la competitividad. Argentina tiene un problema de competitividad sistémica", sostuvo sobre factores que inciden en la estructura de producción, pero que "no tienen nada que ver con el proceso de producción".

 

"Tenemos la mejor tecnología del mundo, de punta absolutamente, y no hay tecnología ni proceso productivo que se pueda hacer que pueda amortiguar los sobrecostos de producir en la Argentina", dijo en referencia a "la carga fiscal, la tasa de interés y el costo de capital más altos del mundo".

 

 

También remarcó "una incidencia del sector financiero tremenda sobre las operaciones de compra venta", donde "las altas comisiones de las tarjetas de crédito y los descuentos de efectivo inmediato que hacen son los más caros del mundo".

 

Otro de los factores señalados por Schale sobre el precio final de los productos es la renta inmobiliaria, un tema "importante" para el sector "porque todo termina en locales alquilados en 'primera avenida' o shoppings, que aún son más caros".

 

Es decir, factores que hacen al precio y no tienen nada que ver con el precio de puerta de fábrica de los bienes producidos.

 

Schale definió este conjunto de factores como la Agenda de No Competitividad Sistémica de la Argentina, que "no solamente afecta al sector textil, sino también a todos los bienes que se producen en el país, inclusive también a los que se importan, que también van por el mismo canal y atraviesan esa caja negra de no competitividad sistémica que hace que todo sea caro".

 

Según Schale, es un problema que los industriales no pueden solucionar "por la sencilla razón de que no dependen de nosotros la tasa de interés, el costo del capital, la presión fiscal, la regulación del sistema financiero y los precios de los alquileres".

 

El director de Pro Tejer detalló la "gran incidencia" de la provincia de Buenos Aires sobre la agenda fiscal, en alusión directa al impuesto a los Ingresos Brutos.

 

"Para fabricar una remera intervienen no menos de seis CUIT: el del productor de algodón, el desmotador, el hilandero, el tejedor, el tintorero, el confeccionista y la marca. Y en cada uno de esos pasos hay imposiciones fiscales. De esos seis pases de manos, la provincia cobra Ingresos Brutos de tres puntos, que se transforman en 18% de incidencia", graficó.

 

 

 

Además de la agenda provincial compuesta por Ingresos Brutos y el impuesto a los sellos, Schale mencionó la carga en porcentaje generada por los impuestos municipales a través de las tasas de seguridad e higiene.

 

"Cuando vendo $100 pesos en la provincia de Buenos Aires y lo cobro a 60 días, la provincia exige el impuesto al momento de la facturación cuando aún no se cobró. La situación económica hoy no da para tener una de las presiones tributarias más altas del mundo y, además, tener que financiarla", sostuvo.

 

"El sufrimiento del sector tiene que ver hoy con cargar una estructura no competitiva sistémica en un mercado más chico, donde de cada $ 1.000 facturados, $503 corresponden a impuestos, 14% son para alquiler, 12% para el sistema financiero y sólo el 8,7% queda para todos los actores la industria, desde el algodonero hasta el confeccionista.

 

Schale concluyó que, como empresarios, "tenemos hoy la obligación de hacer rentables nuestras unidades económicas con un mercado más chico y eso se llama destrucción de puestos de trabajo a manera de reducción de costos".

 

"La industria está haciendo un esfuerzo enorme de optimización de las decisiones que puede tomar y la gran variable de ajuste es el empleo", indicó.

 

Schale recordó que el sector "invirtió en tecnología, en los últimos 10 años, más de US$ 4.000 millones" a nivel nacional y se perdieron 20.000 puestos de trabajo, "mayoritariamente en el sector de la confección, sector hundido en la informalidad, al que la presión importadora afectó por estar toda esa cadena atada a la sustitución de importaciones".

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