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Tras el último aumento, el litro de nafta cuesta el doble que en países en guerra

 

 

El último aumento de naftas impuesto por el Gobierno colocó a los surtidores locales en una posición inédita en el mapa internacional de los combustibles.

 

Ocurre que, más allá de sostener a la Argentina como el segundo mercado más caro de América detrás de Uruguay, la cotización de la unidad medida en dólares incluso llega a duplicar el valor que ostenta la nafta en países en situación de conflicto internacional o guerra civil.

 

Así, ajustado el valor a la divisa estadounidense, la nafta súper que comercializa la estatal YPF se ubica en el orden de los u$s1,17 el litro, un precio sustancialmente superior al que registran naciones doblegadas por los choques armados y la inseguridad como es el caso de Afganistán.

 

En ese territorio asiático, hoy presa de los atentados y los enfrentamientos entre tropas locales y fuerzas estadounidenses versus milicias talibanes, células de la organización terrorista Al Qaeda y hasta batallones del Estado Islámico, el litro del mismo combustible cuesta unos u$s0,55.

 

Golpeado por sendas guerras entre los años 90 y principios del 2000, la proliferación de unidades de Al Qaeda y la más reciente irrupción del Estado Islámico, Irak es un estado en el que el precio de la nafta tampoco supera los u$s0,55 más allá del escenario catastrófico que hoy se extiende por toda su geografía.

 

Algo similar ocurre con Siria, que sufre un cruce bélico desde 2011 y hoy tiene su territorio dividido en zonas controladas alternativamente por el gobierno que encabeza Bashar al-Asad, el Estado Islámico, y los rebeldes del Ejército Libre Sirio, el Frente de Liberación del Levante e incluso fuerzas kurdas. En ese país de Oriente el litro vale unos u$s1,03.

 

Otros países en situación dramática que cuentan con precios del combustible por debajo de la pauta argentina:

 

 Malí, sacudido por alzamientos yihadistas y la expansión de Al Qaeda: u$s1,15 el litro.

 

 Camerún, dividido por acción de la milicia islámica Boko Haram: u$s1,05.

 

 Chad, también afectada por los ataques permanentes de Boko Haram: u$s0,87.

 

 Yemen, en situación de guerra civil desde 2015: u$s0,85.

 

 Haití, desde hace más de una década hundido en una crisis humanitaria: u$s0,84.

 

 Liberia, afectada por epidemias y sendas guerras civiles en las últimas décadas: u$s0,80.

 

 Libia, sacudida por enfrentamientos internos desde la caída de Muamar Gadafi en octubre de 2011 y el desembarco del Estado Islámico en parte de su territorio: u$s0,12 el litro.

 

 Venezuela, al borde del estallido social: u$s0,01.

 

En todas estas naciones, más allá de las vicisitudes internas, prevalece un rango del combustible que oscila según la cotización internacional del barril de crudo.

 

Por citar otro caso, en Estados Unidos hoy el litro cuesta unos u$s0,68 siendo que en abril la unidad se ubicaba en el orden de los u$s0,71.

 

Nada de esto ocurre en la Argentina, donde el Gobierno ha tomado la decisión de efectuar subas periódicas en los surtidores como estrategia para compensar la menor rentabilidad que vienen obteniendo las petroleras en los casos en que estas venden crudo al exterior.

 

"El Ministerio de Energía coloca el precio más arriba como una forma de sostener el rendimiento comercial de las petroleras y, al mismo tiempo, congelar cualquier posibilidad de malestar social en las provincias productoras. Otra vez, el automovilista subvenciona el salvavidas que el oficialismo le tira a las petroleras. Tal como hizo en su momento el kirchnerismo", se sinceró ante iProfesional un alto directivo de CECHA, la confederación que aglutina a los empresarios del expendio.

 

Desde la Cámara de Empresarios de Combustible su secretario, Raúl Castellano, sostuvo ante este medio que la diferencia responde "a que la Argentina tiene precios políticos antes que económicos".

 

"En tanto nuestro país continúa sin converger al precio del barril internacional, se sigue dando la diferencia con otros mercados que fluctúan de acuerdo  a la cotización del crudo. Otro componente que pesa y hace la diferencia no es otro que la carga impositiva, que acá es sumamente elevada”, dijo.

 

 

Al respecto, Castellano expuso que, mientras que los impuestos representan a nivel nacional casi el 90% del precio final que los automovilistas abonan en la estación de servicio, en países como Estados Unidos ese factor asciende sólo al 20%.

 

"En la Argentina se sostiene ese régimen de impuestos y el llamado 'barril criollo' que cotiza diferente de lo que vale en todos los demás escenarios. Todo eso hace que el combustible que se vende acá sea muy caro comparado con países con complicaciones grandes. La inflación, además, dispara los costos que automáticamente se incluyen en el valor del litro. Todas variables domésticas que nos diferencian del resto”, agregó.

 

Diferencia americana

Fuera de la situación de las naciones antes mencionadas, lo concreto es que luego del incremento reciente Argentina se "consolidó" como el segundo país más caro de la América territorial en términos de cotización de la nafta.

 

En ese sentido, el precio de la súper local sólo es superado por su par de Uruguay en términos de cotización. El país vecino comercializa el litro a u$s1,60. Ya detrás de los surtidores vernáculos se ubican Chile, Brasil, Costa Rica, Paraguay y Perú, por citar algunas naciones de la región.

 

 

Próximo aumento

El incremento fijado por el Gobierno durante el último fin de semana de junio elevó el precio de la nafta un 7,2% mientras que estableció una suba para el gasoil del orden del 6%.

 

Desde el Ministerio de Energía indicaron que los nuevos valores partieron de una ecuación entre la evolución del valor del crudo, la demanda de combustibles y el movimiento del tipo de cambio.

 

Los surtidores venían de mostrar una baja en abril del 0,1% en las naftas y cerca del 2,5% en los productos diesel. Según indicaron a iProfesional fuentes del segmento del expendio, el próximo incremento en los precios tendrá lugar en octubre, días antes de las elecciones.

 

"Va a haber una revisión de precios en octubre, se convino hacer una por trimestre con las petroleras", anticipó a este medio Raúl Castellano, referente de CEC.

 

Respecto del último incremento, el empresario afirmó que fue más de lo previsto porque se aplicó una cláusula para "recuperar" el desfasaje con respecto a la inflación de 2016.

 

"Esperábamos menos del 3%, en función del acuerdo al que habían arribado los petroleros con el Gobierno a principio de año. Pero se agregó un plus para recuperar parte del desfasaje que tuvo el precio del combustible con respecto a la inflación el año pasado. Los combustibles subieron el 31% y la inflación estuvo en orden al 40%", aseguró.

 

El empresario estimó que esa cláusula se aplicaría también en la próxima revisión de precios, prevista para octubre, ya que en el reciente aumento recién se aplicó la mitad de ese 9%.

 

Según Castellano, en lo que va del año "aumentó aproximadamente el 16% las naftas y el gasoil un poco menos", y dijo que "por ahora le va ganando a la inflación, esperemos a ver qué pasa en el próximo aumento, que va a ser en octubre".

 

Queja en aumento

Al margen de la perspectiva alcista para las naftas, los presidentes de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Luis Miguel Etchevehere, y de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Dardo Chiesa, transmitieron fuertes críticas al último incremento establecido.

El campo aparece, en principio, como el principal opositor a los cambios en los surtidores. En ese sentido, Etchevehere aseguró que el último aumento "representa $3.600 millones de costo adicional para el campo, que consume un tercio del total del gasoil utilizado en la Argentina".

 

Según el dirigente, esto redunda en un nuevo golpe a la competitividad de la producción, dado que el combustible en cuestión "bajó en todos los países que compiten con la Argentina en producción y exportación de alimentos", por lo que subrayó la necesidad de "ir tendiendo a que el precio local sea lo más parecido al precio internacional".

 

Por su parte, Chiesa consideró un "castigo" para los productores la recomposición del precio del gasoil, aunque reconoció que el Gobierno está afrontando "un desfasaje de costos que de alguna manera tenía que ir cubriendo".

 

El principal reclamo de Chiesa es la instancia elegida para avanzar con este aumento, ya que "es el momento de mayor consumo", teniendo en cuenta que está en marcha la siembra de trigo mientras la cosecha gruesa entra en su tramo final.

 

"Esto es un castigo, es un golpe muy importante para el sector", enfatizó. Entre los productores predomina la idea de que, de llevarse a cabo, la futura suba de octubre colocará de rodillas a un actor productivo que, por efecto de factores como las inundaciones permanentes y el cambio en los costos, nunca termina de acomodarse.

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